Los patrones tóxicos de una cultura contaminada terriblemente por el pecado y no por los valores del Reino de Dios, tienen profundas consecuencias para toda la vida dentro de  los hogares, cristianos o no cristianos.  De modo que las disfuncionalidades de los hogares en el que nos criamos, tienen profundas marcas y consecuencias para toda la vida en las siguientes generaciones.  El sufrimiento que se vive en la mayoría de los hogares  no es una novedad; cristianos o no cristianos, han sido los problemas de las sociedades por siglos. Esa fue mi propia experiencia y guardo en mi memoria lo que viví en mi propio hogar y el de muchos de mis amigos, para no repetir la misma historia.